El pueblo de Navarra que tiene su propio foro romano

A 56 kilómetros de Pamplona descubrimos un pequeño pueblo navarro de poco más de 100 habitantes (103 para ser exactos) que, pese a su despoblación actual, no nos debe llevar a engaño, puesto que en la Edad Media fue un enclave estratégico. Tanto es así, que su castillo (que podría haberse levantado en torno al siglo XIII) fue uno de los primeros en ser demolidos por orden del cardenal Cisneros para evitar levantamientos contra la Corona de Castilla.

El viajero que llegue a Eslava, que así se llama el pueblo, encontrará varios puntos de interés que conviene visitar antes de adentrarnos en el yacimiento de Santa Criz, que ha sido calificado como ‘la más monumental de las ciudades romanas conservadas en Navarra’ y cuenta, cómo no, con un espectacular foro romano, así como una interesante necrópolis.

Volvemos a Eslava para descubrir tres enclaves únicos: la iglesia de San Miguel, de origen medieval de la que se conserva la torre, columnas del coro, cripta y arco triunfal de la cabecera; la ermita de Santa Bárbara, en la parte alta del pueblo y el Crucero, del siglo XVI que ha sido renovado y ahora luce en su anverso un Crucificado moderno.

Una vez descubiertas las joyas de este pueblo de la comarca de Sangüesa, nos dirigimos a Santa Criz para descubrir este impresionante yacimiento que conserva los restos del que fuera el foro y la necrópolis de la ciudad. Su visita nos ofrece una extraordinaria aproximación a cómo se desarrollaba la vida pública en las ciudades romanas del ámbito vascón.

El yacimiento fue descubierto en 1917 por el sacerdote Juan Castrillo y, desde mediados de los años 90, ha sido objeto de excavaciones arqueológicas. Ahora bien, parece que todavía hay muchos secretos que aparecen ocultos, puesto que solo se ha excavado algo menos de la mitad del foro.

Paseando por el foro romano de Santa Criz

Nos remontamos al mandato del emperador Augusto, que estableció la posición de Santa Criz hacia los pies de las estribaciones de la sierra de Zaldinaga, en la vía Jaca – Logroño con un trazado puramente romano. El principal edificio público, el foro, era una gran plaza abierta edificada sobre una amplia terraza del cerro.

En uno de los extremos de la plaza se situaban la basílica y un edificio administrativo y judicial profusamente decorado con columnas y numerosos capiteles; y en el exterior del corredor cubierto también se distingue lo que en su día fue una taberna romana.

Avanzamos hasta la necrópolis, que cuenta con una superficie de más de 2.000 metros cuadrados, en la que descubrimos lo que en su día fueron sepulturas, fosas, así como monumentos funerarios o diversos altares. Durante las excavaciones llevadas a cabo se han desenterrado diferentes ofrendas y ajuares, que incluyen semillas, fragmentos cerámicos, y otros objetos de uso cotidiano que nos permiten recrear las costumbres funerarias entre los siglos I y IV en este espacio.

El viajero que quiera pasear por esta ciudad romana que ha sido declarada Bien de Interés Cultural puede descubrir el yacimiento gracias a las visitas guiadas que se organizan aquí. Tienen una duración de 90 minutos y un precio de 5 € por persona, aunque resulta recomendable complementar la visita con la exposición arqueológica instalada en Eslava.

Y aquel que se haya quedado con más ganas de disfrutar del Imperio Romano y no tenga prevista una visita a la Ciudad Eterna, siempre podrá descubrir otros restos romanos en las proximidades como la villa romana de Liédena o los edificios que quedan de la ciudad de los Iluberitani, en Lumbier.