Los Grandes Lagos, las fuentes de África
Uganda
Uganda Las fuentes del Nilo y los lagos volcánicosComo atraídos por el magnetismo del agua, los viajeros se dirigen hacia el segundo lago de agua dulce más grande del mundo: el Victoria. Y atravesando la frontera que lleva a Uganda, apodada por Churchill como La Perla de África, se impone un paseo por el centro de su bulliciosa capital: Kampala. Con la tradición en el sustrato de su sociedad, Kampala es un hervidero cultural, lleno de gente afable y comerciantes inundando cada rincón. El medio de transporte más extendido, y el más económico, es el boda boda: moto-taxis de importación india y china que colman las calles de la capital. Después de unos minutos transitando en ella, no se hará extraño ver a tres, cuatro y hasta cinco personas montadas en un solo boda-boda. Y es que, aparte del matoke, un tipo de plátano a partir del que se elaboran platos locales deliciosos, el transporte en moto es un símbolo de la identidad nacional. Tras sumergirse en la capital ugandesa hay que surcar las aguas del inmenso lago, de 69.484 kilómetros cuadrados, para plantarse en las costas ugandesas de este auténtico océano africano que es el lago Victoria. En pequeñas islas como Bulago Island no se hallará ningún tipo de entretenimiento. De hecho, si no se es amante de la naturaleza en su estado puro, esta puede ser una experiencia poco agradable. Sin embargo, si se es de los que se emocionan con la simple belleza de una puesta de sol, si la soledad es su mejor compañero cuando anda entre montañas, si tiene paciencia para coger unos prismáticos y pasar el día intentando identificar las más de 350 especies de aves que habitan este ecosistema, este es su lugar.No por tratarse de una isla preciosa rodeada de playas y cocoteros, el baño está recomendado. Aparte de cocodrilos feroces, las aguas del lago Victoria están infestadas de bilharzia, un parásito causante de la segunda enfermedad más mortífera de África después de la malaria. Cabe decir que en la mayoría de países donde existe esta enfermedad hay un tratamiento muy asequible y fácil de encontrar que eliminará cualquier posibilidad de contraerla. Sin embargo, no hay profilaxis ni tratamiento posible para Lukwata, un monstruo carnívoro legendario que según la fábula vive en las profundidades del lago.De vuelta en tierra firme se emprende rumbo hacia uno de los lugares más interesantes de la expedición: las fuentes del Nilo. A unas dos horas de distancia de la capital ugandesa se encuentra Jinja. Uno de los puntos más turísticos de la zona y símbolo de lo que fue una de las civilizaciones más importantes de la humanidad: el nacimiento del Nilo. Las aguas que brotan de Jinja transportan ecos de sociedades nilóticas que abarcan once países distintos en la actualidad (Egipto, Sudán, Sudán del Sur, Eritrea, Etiopía, Congo-Kinshasa, Uganda, Kenia, Ruanda, Burundi y Tanzania). El agua del Nilo es crucial para las economías y la supervivencia de todas estas sociedades de su ribera.Una de las sorpresas que depara este lugar es levantarse por la mañana y desayunar viendo uno de los espectáculos naturales más asombrosos de la ruta, una escena que no encontrará parangón. La niebla de primera hora se abre en pocos minutos, y en el centro del telón la corriente pinta olas y saltos en medio del murmullo de su fuerza. Niños y adultos se bañan tirándose por los toboganes naturales de rocas redondeadas. Adolescentes y niñas limpian ropa cantando y riéndose. Todo fluye a tal velocidad que ni la retina ni el entendimiento serán capaces de captar toda su esencia. Quizás le sobrepase la inmensidad de la naturaleza. Quizás se sienta minúsculo y completamente dispensable.Cuando haya perdido la noción del tiempo, es momento de regresar a la aventura. La próxima lleva a atravesar Uganda. Hay que dirigirse de cabeza hacia las montañas del Rwenzori o Montañas de la Luna, descritas por equivocación en el siglo II como las fuentes del Nilo por el geógrafo egipcio Ptolomeo. La frontera con el Congo custodiará la próxima visita, Fort Portal, antiguo enclave colonial rodeado de plantaciones de té, algodón, cacahuetes y maíz, que posee uno de los suelos más fértiles de toda la región. De un lago gigantesco como es el Victoria se pasa a un lago pequeño como el Kyaninga. Aquí las sensaciones se suavizan y el cuerpo baja la alerta. El Kyaninga, cráter de un antiguo volcán, hoy día inactivo, es una vasija de aguas cristalinas y curativas. Una caminata por su diámetro junto a locales descalzos cargando leña en la cabeza ayuda a descubrir la flora autóctona de la zona, habitada por una interesante fauna repoblada por propietarios de lodges y resorts circundantes. Y de nuevo, el agua, que refresca y prepara para seguir el viaje en un baño tan dantesco como renovador en el medio del volcán.
Ruanda
Ruanda Mil colinas que miran hacia el KivuLa aventura se vuelve intrincada, por carreteras en zig zag y paisajes de terrazas, que se suceden montaña tras montaña. El pequeño y vecino país de Ruanda clama por su lugar en esta ruta. Y su gancho es indudable. Tierra de Mil Colinas, como se la conoce, es uno de los lugares más castigados por la historia reciente. Pero de aquel macabro genocidio de 1994 queda solo un recuerdo que no se quiere ni pronunciar. Hutus y tutsis se consideran a sí mismos como ruandeses y sus miradas están puestas en la prosperidad y en el desarrollo de un país estimulador en muchos sentidos. No hay que dejarse intimidar por el sinfín de mausoleos, tumbas y monumentos en recuerdo del genocidio. Ruanda es un destino turístico maravilloso. Visitar Kibuye y gozar de las aguas amables del lago Kivu mientras se come una tapa de sambaza rebozada peces pequeños del tamaño de un boquerón y se escucha a los barqueros cantar mientras salen a pescar dará al viajero alguna pista de la infinidad de tesoros por descubrir que le presta el país, en el que le sorprenderá su cultura gastronómica rica y exquisita. En la actualidad, Ruanda se nutre de numerosos visitantes que llegan de la mano de turoperadores internacionales con la esperanza de ver a los gorilas de montaña. Si tiene pensado andar en busca de la contemplación de un Espalda Plateada en su medio natural, tendrá que gestionar su permiso con antelación. No son baratos de conseguir, pero merece la pena. Aunque, si su obsesión se encamina más por las culturas que viven alrededor del agua, lo mejor que puede hacer es zambullirse a descubrir lagos como los majestuosos Burera y Ruhondo. Ver amanecer aquí, arropado por la humedad de un cielo cubierto de niebla, mientras el sol estira los dedos para calentar a los niños de camino hacia la escuela o a los adultos trajinando hacia el campo, puede que deje una huella en el viajero que no le abandonará jamás.
Burundi
Burundi La belleza oculta del norte del TanganicaHay que acelerar el ritmo de la marcha y encender motores rumbo hacia el Sur. Atravesar la frontera hacia Burundi no siempre será sencillo. El país más empobrecido del África del Este es la nación menos explotada turísticamente de toda la región. Con una profunda crisis política y una historia reciente marcada por la corrupción, el abuso de poder y la mala gestión de los recursos derivados tanto de los bienes locales como de los tributos por ser zona fronteriza con el Congo, Burundi es un diamante en bruto que todos esperan que un día brille como su vecina Ruanda. Sin embargo, fuera de Bujumbura, la capital, maravillosos parajes naturales como los de los Saltos de la Kagera o las fuentes termales de Muhweza están sumidos en una especie de agujero negro. No hay forma sencilla de moverse por el país de manera segura. Y los pocos establecimientos hoteleros que existen están prácticamente ocupados por personal de las Naciones Unidas y trabajadores de oenegés internacionales. ¿Quiere esto decir que no vale la pena ir a Burundi? En absoluto. Su capital, Bujumbura, clama para volver a la normalidad de una capital que pueda recibir con todas las de la ley a sus visitantes. Vinotecas como la de Zilliken, en la Galería Alexander, restaurantes locales de deliciosos pinchos de pescado y verduras, pastelerías como el Café Gourmand o espacios tan pintorescos como el Bora Bora, un bar cuya piscina parece fundirse con el agua del lago, están deseosos de deleitar a los visitantes extranjeros. Los burundeses son personas humildes, ávidas de aprendizaje y siempre dispuestas a ayudar. No se podría entender la vibración que emana del Tanganica sin hacer parada en su extremo norte y recorrer la frontera entre el agua y la tierra fértil de esta minúscula porción de región de los Grandes Lagos.
Tanzania
Malaui
Mozambique
Mozambique Entre babuinos y baobabsAl otro lado de la costa, donde el lago Malaui es llamado Nyassa y la lengua colonial es el portugués, espera una tierra que ha quedado relegada al segundo plano en detrimento de la costa índica. En Cobué, frontera oficial de entrada al país, su inspector, Sebastiâo, dará al viajero una calurosa bienvenida. Con el visado más barato de todo Mozambique, Cobué es un pequeño pueblo pesquero cuyo aislamiento lo convierte en genuino y encantador. Una caminata de un día por los bosques de este lado del lago brindarán una oportunidad vital para conocer la fauna y flora locales. Baobabs milenarios y leyendas de almas encerradas en el interior de sus troncos al esconderse de las garras de la colonización portuguesa son custodiados por poblaciones de cientos de babuinos que vigilan al intruso mientras camina por las laderas de las montañas. Un último baño, esta vez en una hermosa, exclusiva y paradisíaca playa en dirección hacia Metangula, embriagará y zarandeará al viajero hasta prácticamente retorcerle las entrañas.Finalmente se impone un repaso a toda la belleza acumulada por la retina, que hará semanas que se habrá encharcado y negado a empaparse más. Hay que parar y destilar los pensamientos más profundos. Y este pequeño mar de agua dulce llamado Nyassa es idóneo para respirar hondo en un lugar donde un día la tierra se separará, según alertan los geólogos, dividiendo África en dos para formar un nuevo continente. Un flashback lleva de nuevo desde el lago Malaui hasta el Tanganica, el Kivu, el Victoria, el Kyaninga, el Naivasha... Puede que hayan calado tan hondo que se recuerde su humedad cada vez que se escuche el romper de una ola y que se sientan sus vibraciones a cada efímero recuerdo que golpee la memoria. De este lugar tan presente que es todo pasado y futuro. Como un sueño que nunca se ha vivido. Porque no pueden existir lugares y paisajes tan maravillosos en la Tierra y que sean verdad.